Sr. Presidente de Los Estados Unidos de Norte América.
Sr. Presidente, no me ha sido muy difícil comprender la situación personal que lo embarga a usted con relación a la búsqueda de aprobación en esos escenarios donde suele llamar la atención por ser el presidente de la nación más poderosa del mundo. Lo mismo me ocurre a mi, solo que no tengo el poder que usted tiene, ni poseo el encanto de quién además es poseedor de una extraordinaria riqueza petrolera.
Hermano y compañero, el alcohol en mi genera un terrible malestar que usted conoce tan bien como yo. Los psiquiatras y psicólogos más eminentes de mi país no pudieron conmigo y todos han querido ayudarme. Mis pensamientos como los suyos me torturaban y me mantenían en una constante perturbación porque siempre me creí un ser superior producto de las alucinaciones que nos deja la resaca histórica del alcoholismo. Pero fijándome en usted, veo lo peligroso que es detentar ese enorme poder y las consecuencias de no tener el control mental sobre su voluntad personal, por eso creo que las invasiones a países pobres y los bombardeos indiscriminados contra las poblaciones civiles pueden ser el resultado de su terrible enfermedad.
Los alcohólicos somos seres humanos que padecemos una enfermedad que está plenamente identificada con la voluntad de reconocer en primer lugar que estamos enfermos y por otro lado que solo nos ayudamos con la aplicación de terapias colectivas y el rechazo a los ambientes que propicien el mas mínimo acercamiento a los factores de tentación
Bandera al revés cualquier similitud con la oposición es casual.
Mi preocupación se desprende de los resultados de su participación en Los Juegos Olímpicos, donde los cables nos trajeron sus peripecias en materia etílica. No quiero calificar lo visto, no soy la persona mas indicada para ello, solo deseo decirle que estoy rezando porque su mandato como presidente de los Estados Unidos termine cuanto antes, ya que el mundo corre un peligro grave mientras usted no acepte que es una persona con problemas de alcoholismo y que requiere de la ayuda profesional para poder superar su difícil situación.
Como un compañero alcohólico que soy le deseo extender una cordial invitación para que sus colaboradores le hagan llegar el éxito que ha tenido en Venezuela la Misión Negra Hipólita y los avances que han tenido nuestros grupos de Alcohólicos Anónimos en el rescate de grandes contingentes de compañeros que sufren de tan terrible enfermedad.
Fernando B.
Caracas, 27 de Septiembre del 2008
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